Bono ER: ¿el comienzo de subsidios a la demanda en Salud?
Lo anterior, tiene su justificacion en aumentar la capacidad de respuesta del sistema de Salud, para grupos vulnerables, que en tiempos de alta demanda no tienen una cobertura oportuna. Dirigido a un sector que se identifica como el más vulnerable en esta situación, es decir, menores de 15 años y adultos mayores de 65. Ambos pertenecientes al tramo Fonasa A, que son caracterizados como carentes de recursos o indigentes.
Podríamos decir que su vulnerabilidad radica en dos dimensiones pricipales: la sanitaria propiamente tal y la socioeconómica.
Articulo original publicado en www.saludypobreza.cl el 18/07/2011
Por Juan Pablo Morales*
Los subsidios a la demanda
Históricamente, en nuestro sistema de Salud Público, la política de financiamiento se ha construido en base a subsidios a la oferta, es decir, el Estado provee de recursos para que se presten servicios, generalmente, a través de entidades públicas que forman parte de redes asistenciales propias.
Así entonces los recursos van dirigidos a la contratación de especialistas, aumento de camas disponibles, construcción de hospitales y otras acciones que van dirigidas a «ofrecer» prestaciones.
Actualmente, existen diversas corrientes que han estudiado esta política de financiamiento y frente a la «siempre» menor capacidad del Estado de «asignar eficientemente los recursos», postulan que el Estado debiese concentrarse solamente en el finaciamiento y no en prestar servicios en Salud.
En este contexto, cobra importancia el concepto de subsidios a la demanda, que son subsidios que no se dirigen a los prestadores de forma directa, sino que más bien a los individuos, generándose una transferencia de recursos desde el Estado, para que estos elijan la entidad prestadora según sus preferencias.
Algunos sectores políticos como la Concertación, han criticado esta medida anunciando que se trata de una privatización encubierta del sector público, criticando la entrega de este bono.
Quienes defienden el subsidio a la demanda ( Estudio Ilades/Georgetown 1991), aseguran que los beneficios microeconómicos son notables en cuanto a que se incrementa la eficiencia en la asignación de los recursos. Por lo que las reformas que debiésemos ver en el corto plazo a nuestro sistema debiesen estar basadas en la generación cada vez mayor de este tipo de subsidios, o más coloquialmente denominados «bonos».
Claramente que todos estamos de acuerdo que hay que dirigir los esfuerzos del Estado a aumentar el acceso, la oportunidad, la dignidad y la garantía de atención en Salud, la pregunta es como la hacemos. Como nuestra sociedad decide el hacerlo. Por que hoy en día sectores importantes de nuestra población, tanto a nivel público como privado son vulnerables y finalmente «pobres», no por definiciones de ingreso solamente, sino por que se ven impedidas de hacer uso de las coberturas prometidas por ambos sistemas, a diversos niveles.
Por otra parte, se debe plantear derechamente por parte de la sociedad el debate sobre si queremos un Estado prestador de servicios en Salud o principalmente enfocado en el financiamiento, ya que si lo analizamos en otros planos sociales como la Educación, es evidente que frente al avance y crecimiento del sector privado, el sistema presenta fallas sistémicas e indicadores poco alentadores que hoy tienen movilizado a miles de jóvenes.
Lo que no debiese suceder, es que frente a la incapacidad de análisis y diálogo de la fuerzas políticas , las acciones en Salud sean fruto de las formaciones doctrinarias de los gobiernos de turno y no sean políticas de Estado. Es necesario que se desarrollen pensando en el mediano y largo plazo; en el Chile que queremos y la Salud a la cual aspiramos desde aqui, ahora y pensando en 30 años más.
*Juan Pablo Morales Montecinos es Químico Farmacéutico y MBA, integrante de Políticas Farmacéuticas CEPFAR.